La última frase de mi entrada anterior me intriga un montón, ¿de dónde salió? "Quizás puedan estos escritos ayudarme, descubrirme a mí misma: crearme." ¿Por qué salté de la idea de ayudarme a la de descubrirme y (más intrigante aún), de esa, a la de crearme? ¿Es descubrirse crearse? Pero lo que se descubre ya estaba allí, ¿no es eso diferente de crear? ¿Qué hace el que crea y en qué se diferencia del que descubre? El que crea lo hace con un fin, descubre la forma de dar forma (resolución) a un problema determinado. Parece entonces que crear y descubrir son sinónimos... o mejor: crear es una metodología para el descubrimiento. ¿Qué es lo que descubro yo al desarrollar esta escritura? Muchas cosas, la verdad. Descubro que recuerdo mucho más de lo que creía; que este esfuerzo constante es gratificante; también descubro que escribir es una especie de ritual en el que entran en juego fuerzas desconocidas. No vayan a creer que soy una supersticiosa pero, la verdad es que, sin este esfuerzo, no habría podido enterarme de muchas de estas cosas. ¿Y qué tiene eso que ver?, pues, que todo se revela si cumplo el requisito de prestarle la atención debida. Me observo a mí misma, me describo, y como el que mira las nubes largo tiempo, descubro resquicios y formas que de otra forma pasarían desapercibidas. ¿No se han quedado ustedes largo rato viendo la corteza de un árbol, una pared rugosa, y descubren una profusión de formas que no sabían allí? Está bien, no los juzgo si no lo han hecho, ¿quién tiene tiempo para quedarse viendo como un loco a una pared? Solamente yo, creo. Lo que pasa es que yo estoy dañada y sólo nos percatamos de la existencia de algo si está fallando: como cuando nos duelen las piernas después de una caminata muy larga o un dedo al machacarlo con un martillo, así, solamente sabemos de nosotros mismos si algo no anda bien. Aunque me parece que no existe alguien que "funcione bien", todas las personas que conozco llevan una vida difícil y en muchas ocasiones miserable; no logro entender cómo no se dan cuenta de ello. Mi psicólogo "le gusta mucho" lo que estoy haciendo con el blog. No entiendo qué significa eso. De cualquier forma algo está sucediendo en mí: la necesidad (la obligación más bien) de tener que escribir diariamente (aunque no lo hago) me ha obligado a estar el día entero atenta a lo que me sucede. Para plasmar en el diario tengo que saber primero qué sucedió en mi día (no, no es una obviedad, ¿no les ha sucedido que hay días que no recuerdan, situaciones que se van difuminando por el olvido?) y eso, definitivamente, ejerce un efecto positivo.
"Todo lo positivo y hermoso que tú quieras pero el insomnio ni la angustia desaparecen" me digo a mí misma y le digo a mi psicólogo. Ella responde que llevo muy poco tiempo escribiendo, que debo esperar, que veré resultados con el paso del tiempo. Intento no pensar en eso. Cuando me siento "atrapada" en el tiempo me desespero terriblemente. El tiempo transcurre de una forma tan lenta cuando se lo observa. Casi podríamos decir que está detenido. Y eso es desesperante. El tiempo es diabólico: en la felicidad transcurre a raudales y en la desgracia o la inquietud se empoza de forma misteriosa. Me parece que la sensación de estar, de forma inevitable, atrapada, es lo que me causa ansiedad y tristeza constantes: tengo un cuerpo y soy suya, somos inseparables; un cuerpo que vive en una sociedad específica y en un tiempo histórico específico, con prejuicios y formas de ver el mundo específicas; entonces ¿qué es lo que queda para mí?, ¿dónde decido yo? Díganme si no es esa la mayor de las tristezas. Sí, bueno, al final todo se resume a la muerte, la mayor de las cosas inevitables, lo único seguro, el muro contra el que todos chocamos alguna vez.
El amigo de A. estuvo en un paro (muerto, para no usar eufemismos) por siete minutos; además convulsionó un montón de veces. Los doctores dicen que ya no hay peligro, que el edema (tiene un edema cerebral) está bajando y se recuperará. Pero es que los doctores son tan mentirosos unas veces y tan miopes otras: ven una parte del conjunto (la que les interesa) y se olvidan del todo; tapan las cosas para "no herir la susceptibilidad de los familiares"; mienten de forma descarada, son estúpidos y maquinales y engreídos, los odio. A. estaba muy preocupado (aunque igual se reía por cualquier cosa) y me dijo que había llorado. Toda esta situación me conmueve un montón. Me dijo que si podía quedarme con él para hacer una guardia en el hospital. Acepté y me parece que A. estuvo a punto de desplomarse frente a mí. Conocí a A. en la UCV, unos amigos me llevaron a fumar marihuana con ellos en "tierra de nadie" y ahí estaba él: un chamo de estatura media, blanco, de ojos claros, que hablaba mucho y decía poco. No sé si los demás se percataron de eso, A. habla y habla pero no dice nada, se queda en los lugares comunes y miente todo el tiempo. Luego, una vez que me lo conseguí en Altamira fue que se reveló un poco más. Ese día le invité a comer algo (A. nunca tiene dinero) y me habló de forma frenética de muchos sucesos de su vida. Yo estaba sorprendida por tal profusión de incoherencias y exaltaciones pero, finalmente, me cayó muy bien. No sé qué sucede conmigo pero siempre me caen bien las personas que todos los otros desprecian. ¿Será compasión? Me imagino, soy tan parecida a ellos. No, no soy parecida, pertenezco a ellos. Las otras personas se confunden (aunque no por mucho tiempo) porque me ven linda (modestia aparte) y callada pero es todo una fachada (una muy mala, la verdad), pertenezco al grupo de los desperdicios, de los dañados, de los que no encajan, y no crean que está mal todo esto, me siento a gusto ahí, sin la mirada idiota y acusadora de los que se creen normales.
Anoche intenté escribir pero no pude, me sentía demasiado deprimida para hacerlo. No me había tomado los antidepresivos por varios días (tenía ya demasiada tolerancia y no me estaban ayudando en casi nada) y mi humor era fatal: lloraba como posesa, escribía una linea y la borraba, abarrotaba mis pulmones con cigarrillos, me golpeaba la cabeza con mis puños, caminaba de un lado a otro, escribía nuevamente cuatro palabras y las borraba, me trataba de idiota e inútil, etc. Esta mañana tomé nuevamente mi dosis diaria (y la acompañé luego con un café) de venlafaxina y me he sentido mucho mejor. Sé que todo es una mentira pero no puedo sentir rabia alguna, estoy feliz con mi droga para personas desgraciadas. Tengo una amiga que también toma antidepresivos y dice que no, que no es adicta a ellos, que mi consumo de drogas está mal y que es totalmente diferente a la toma de drogas psiquiátricas. No logro hacerle entender que es lo mismo y que aunque una institución abale su consumo y diga que "está bien" no quiere decir que lo esté. De cualquier forma no soy de pelear mucho con las personas, allá cada quien con su menjurje de locura, yo tengo el mío y con eso basta y sobra.
Bueno, intentaré dormir (no, estoy segura de que no lo lograré) mañana (en realidad en unas horas) debo trabajar (una desgracia total trabajar el último día del año). Que la pasen bien. Buenas noches. Besitos.
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