¿Qué maldito carajo sé yo de la vida? Tengo apenas veintidós años. Nada, no puedo saber nada. Estoy segura de que todo lo que "sé", en realidad no es nada. Soy una tonta impertinente. No, no me da la maldita gana de calmarme. Ya verán, esos hijos de puta. ¿Acaso puede este país estar en peores condiciones? Sí, claro que sí puede y para allá vamos. Estoy... muriéndome de la maldita arrechera, así estoy. No lo entiendo, ¿es acaso muy difícil esforzarse por pensar las cosas un momento? Eso parece. Todos caminan como borregos inútiles... no, inútiles no, útiles; eso sí que saben hacerlo, "ser útiles". Malditos. Yo no quiero servir a nadie, yo no quiero ser útil a nadie. Lo único que yo necesito es paz, estar tranquila, poder calmar todo este embrollo que se presenta en mi cabeza en cada momento.
Siento toda esa pataleta. Tuve que tomar aire por unos minutos pero creo que ahora sí podré seguir escribiendo sin exasperarme. Pero si estoy escribiendo este blog de forma terapéutica (recuerden, mi psicólogo) ¿no puedo ponerme a gritar en él como se grita en medio de una plaza cuando se está desesperado? Creo que estoy en mi derecho. Pero imagino que ustedes no querrán ver los berrinches de este pichón de adulto que camina con la cara en alto, altanera, simplemente para ocultar la verdad: su inexperiencia. Y ¿qué es lo que quiere alguien que acaba de salir (pero quizás esté siendo un poco "elástica" con el tiempo) de la adolescencia, que ya se le considera un "adulto"?, pues, que lo tomen en serio. Pero no, creo que eso es una ilusión. Nadie te toma en serio nunca. Todos están tan ocupados en sí mismos que si te miran un poco es para compararse contigo "ay, pero qué fea blusa", "sí, sí, bueno, tú sabes, él es pana pero a veces...", "claro, claro, Tatiana, la tonta". ¿Y para qué sirven todas estas cosas? ¡Bingo! ¡Para dar seguridad! Claro que Tatiana es una tonta pero tú también, claro que ella usa ropa fea, pero tú también, y claro, amigo mío, que con los "amigos" con los que hablas paja de los demás, ellos hablan paja de ti también. Es todo tan sencillo que a veces me sorprende la ceguera en la que estamos sumergidos. Anhelamos la seguridad y criticamos a los demás por puro miedo. Tenemos miedo. Yo tengo miedo. Mi vida es un desastre, soy un fracaso, no puedo dormir, los cigarrillos me están abriendo un hueco en el estómago, etc. ¿Ven?, no son ustedes los únicos. Ay, ya sé que tienen máscaras, y que las aman tanto, y que creen tanto, desean tanto, ser ellas, pero no, eso no ayuda, no ayuda en nada, finalmente, siempre estamos solos.
Dije que me calmaría y vuelvo nuevamente al tema, lo siento. La verdad es que me cuesta calmarme, siempre me ha costado. Exploto como una loca y digo y maldigo y luego me toca andar recogiendo los pedazos. Muchas veces ni los recojo, que se ocupen ellos. Sí, soy malcriada y tonta. ¿Pero para qué quiero yo haber nacido aprendida? No hubiera diversión alguna, me imagino. De cualquier forma creo que ese no es mi problema, no, no es la inexperiencia, es que la vida es un desastre, un horror. Y lo peor de todo: aburrimiento. No sé si es que soy muy frenética o que las cosas funcionan con una lentitud que no puedo soportar. ¿Serán mis hábitos? ¿Si cambiara yo de vida, cambiaría el color de todo? No lo creo. Soy inexperta, no estúpida. Todas estas cosas están dentro de mi cabeza y seguirán ahí en cualquier parte del mundo (aunque claro, con un gobierno como este...). ¿Qué debo hacer? Esa pregunta me atormenta. ¿Debo dejar el trabajo? ¿Pero qué haré luego? Se molestarán en mi casa, de eso estoy segura. Ellos dicen "bueno, la muchacha nos salió buena para nada, pero al menos trabaja" y se ríen, es el único momento en que se ríen juntos y es de mí.
Hace un frío terrible (no, no he fumado nada), son las dos de la mañana. Ayer me emborraché terriblemente, no pude escribir. ¡Tenía tantas ganas de escribir! Ae. (no, no es un error de tipeo, se llama Ae. (no confundir con A.)) me hablaba de unas historias extrañas y maravillosas que se mezclaban con los efectos del alcohol y barnizaban todo con una capa de irrealidad que me parecía preocupante. Además, no podía sacarme de la cabeza al muchacho que está en el hospital. "¿Será que se mejorará?", "¿y si muere?" me repetía una y otra vez y me blindaba contra todo acontecimiento exterior. Varias veces Ae. me miró molesto por no estarle prestando atención (aunque hacía todo mi esfuerzo). Luego vino lo de siempre: mareo incontrolable, vómitos, amnesia. ¿Para qué demonios bebo tanto si siempre es lo mismo? No puedo comprender cómo mi madre ama tanto al alcohol. Pero quizás mi situación es más triste: bebo porque no hay más nada a la mano; lo mismo que cuando fumo cigarrillos. "De todas las drogas que había por qué tenían que ser legales precisamente las más aburridas" le pregunto a Ae. y él me dice que no lo sabe muy bien, pero que podría ser algo cultural o de dominio. Yo dejé de prestarle atención al instante mismo de terminar la pregunta. Tenía ganas de decirle que se callara, que su charla no tenía sentido, pero no le vi caso.
Con los años he desarrollado esta técnica: le presto la justa atención a las conversaciones que tengo para que no crean que los ignoro. Sólo la justa. Lo demás es cuestión de práctica. Además, no es tan difícil: siempre hablan las personas de lo mismo, puedes tener una serie de respuestas predeterminadas y no se darán cuenta. Luego, cuando te pregunten sobre eso, diles sobre tu mala memoria, cuánto lo sientes y ya, problema solucionado. La verdad es que no es que quiera ser mala gente con los demás, pero involuntariamente me pierdo, pasan segundos y ya no estoy allí. Nunca estoy donde está mi cuerpo. No tengo ni la menor idea de cómo hacer para coincidir con él. Quizás puedan estos escritos ayudarme, descubrirme a mí misma: crearme.
Buenas noches, hasta pronto, besitos.
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