Una vez que estuve toda la tarde esperando a uno de mis amigos conocí a F. Era una muchacha más bien rara que tenía una sonrisa... extraña, digamos que parecía a un caballo. Como siempre yo estaba despistada y llegó (asustándome), tocando mi espalda: pegué un salto que les pareció gracioso e imagino que preparado y me saludaron sin la malicia que podría esperarse. Me pareció hermosa. Me hice su amiga y comentaba montones de cosas con ella. La amistad ha sido siempre la relación más valorada que tengo. Una tarde (casi noche) hablando con ella le comenté que me gustaba. No entendí qué sucedió luego, pero unas vueltas retóricas más tarde y ya no se hablaba del tema. Es más, nunca más se trató aunque seguimos hablando por un tiempo más. Luego desapareció. La encontré años luego y no era la misma, hablamos otras cuantas veces, siempre incómodas e incompletas. Tales situaciones me han ocasionado siempre nostalgia. Estar en un lugar que debes abandonar irremediablemente es la mayor de mis tristezas. Y si es inevitable ¿por qué sigue dándome tristezas? Pues ¿cómo podría saberlo? Amé a una chica y deberé amar a otras tantas. ¿Entonces qué son ellas (las otras)? ¿Fantasmas?
Decidí que era momento de dejar de fumar tanta marihuana. ¿A qué venía ese cuento de infancia a mi cabeza justo en este momento? Maldito mil veces el jodido R. ¿Comprenderá que debe disculparse? No lo creo. No hice nada en todo el día, no fui a mi trabajo y no decidí nada importante. Fumé un poco de la marihuana de R. (en algo tengo que descobrarme tanta desvergüenza) pero no me cayó bien. Últimamente no puedo fumar marihuana, me da nauseas. Uno de mis amigos dice que es simplemente algo psicológico. Pero lo he visto tirado en el piso a punto de vomitar varias veces. Dice él que sólo sucede porque además toma pastillas, pero no me lo creo nada. Ese es uno de los chicos más raros que he conocido últimamente. Está bien en realidad. En mi familia todo el que no intente esconder sus defectos y acoplarse (no importa su tamaño) al molde de lo social es un raro. Más bien les molesta que les restrieguen en la cara su mediocridad. O eso me gusta creer. Yo la verdad es que no sirvo de nada. No trabajo, no estudio, camino hacia cualquier lugar aleatorio y la mayor parte del tiempo estoy borracha. Robo en las tiendas por puro placer. No es que necesite nada, mis padres me lo dan todo. Pero una obsesión destructora me lleva de aquí para allá y de allá para acá sin que yo pueda hacer nada al respecto. Estoy maldita (dirían mis compañeros de trabajo y lo dijeron mis compañeros de clases). Llevo veinte cigarrillos. Malditas sean las mil putas con las que anda el cabrón de R. Me levanto, debo salir.
Compré una caja más de cigarrillos. Estoy sudando. Oscureció pero ni me enteré cuando sucedió. Suena el teléfono. ¿Será él?
Cinco malditos minutos desperdiciados, debo hacer algo. Tomo una almohada, la coloco entre mis piernas y me comienzo a frotar lentamente. Los pensamientos abrumadores intentan atraparme pero me mantengo concentrada. Siento un calor placentero y una presión que siempre me ha intrigado (aunque sé lo que significa)...
¿Les he dicho que detesto el cigarrillo? La verdad no sé para qué fumo. No calma mis ansias, ni nada, sólo me estimula y no lo comprendo. Soy adicta, es lo único que logro sacar en claro. Veo en una película a un hombre caminar por la nieve y me pregunto qué se sentirá. Fría, mojada, triste de tarde y alegre de mañana (o así lo pintaban las comiquitas). Esponjosa e inverosímil idea que me quedará clavada como una carencia. ¿Vieron ustedes lo que dice esa última frase? Una tremenda tontería cursi la verdad. Me imagino que al escribir estamos de igual forma tentados a la estupidez. ¿Pero entonces de qué me sirve a mí hablar (escribir) como terapia si de cualquier forma puedo engañarme? Pero engañarse es como hacerse trampa en el solitario (el juego de cartas), una tontería. (...) Después de mucho meditar me di cuenta que la pregunta que quería responder era ¿qué puedo saber yo que sea verdad? Nada...
Sonó el teléfono, era mi madre diciéndome que tiene que resolver unos asuntos muy importantes y llegará tarde. Lo que quiere decir es que está ebria y se quedará con quién sabe qué personas; pero no me juzguen, no estoy siendo prejuiciosa, ese es su problema, pero me molesta que... no sé, en realidad no sé qué me molesta (o qué me molesta más). Cinco cigarrillos en una hora. Esto es una mierda. Mientras no escribo me quedo mirando al vacío. ¿Cómo les explico lo que es esta parálisis en el tiempo, este casi detenimiento en el que sucede mi espera ansiosa. Ah, no se confundan, no espero al imbécil de R. (aunque sí) sino a algo más grande que por fin pueda abarcarme, llenarme y protegerme. ¿No es eso lo que todos deseamos? Sin embargo hay que luchar. No podemos quedarnos postrados, ni apegados, ni tranquilizados. Es irónico que todo esto lo diga una muchachita que no tiene ni uno de sus problemas en orden, pero me parece que las personas son tan cobardes que ni eso son capaces de sentir.
Es verdad, soy un desastre. Odio las peleas. Debí quedarme callada. ¿Hasta dónde me lleva esta escritura? ¿Qué surge en mí que no conocía? Recuerdos, recuerdos "explicados", recuerdos transformados, recuerdos molidos, masticados. Recuerdos que me explican mientras los explico. Nada. Se escucha el ruido del ventilador de la pc y alguna que otra cosa tan sutil que podría ser imaginada. Me molesta la quietud. Me da un poco de risa anotar todo lo que me sucede a la par que me sucede (disculpen la redundancia). Aunque a la vez siento que es una especie de esquizofrenia. Me da vértigo. Nausea. Pienso en mi amigo: "todo es psicológico", me calmo. Escribo sobre que escribo y cómo lo escribo y lo que escribo. Es obvio. ¿No se sienten observados al estar mucho rato callados? Yo lo siento y me da miedo. No, no puedo creer que se esté segura en ningún momento. Quisiera correr. Respiro y escribo uno dos uno dos. No. No es suficiente.
Tuve que fumar un poco más de marihuana. Deberé pedirle al psiquiatra algo contra la ansiedad. De cualquier forma me convirtieron en una drogadicta. No es tan malo como creen, la verdad es que nada lo es. Adiós, un beso.
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