¡Feliz año nuevo!

     No tienen idea de todo lo que me cuesta seguir escribiendo esto lo más constantemente posible. Es tan difícil para mí tener ganas de hacer algo. Pasé el treinta y uno sola. Recibí año nuevo sola. A. me dijo que si quería ir con él y un amigo suyo a beber un rato pero dije que no. No tenía ganas de ver a nadie. Siempre ha sido así. Cada vez que hacían una reunión en mi casa estaba un rato con ellos, callada e incómoda, hasta que me retiraba de la bulla y sus conversaciones y me sentía a gusto. Es tan raro todo esto; imploro por comprensión y compañía y cuando estoy con los otros preferiría estar sola. Me molesta tener que fingir, eso es lo que pasa. Cuando entramos en interacción con los otros llevamos obligadamente una máscara. Odio esa máscara, me queda pequeña, no me deja respirar, me siento torpe, no veo bien, me trastorna y la siento funesta. Sueño tanto con un mundo de transparencia, un mundo en el que la máscara única sea la verdad de nosotros mismos, una máscara que sea a la vez como no tener ninguna. Quizás por eso escribir este diario me sienta tan bien. Aquí sigue la máscara, pero una que puedo llevar sin hastío. Lo siento si piensan que soy una cobarde, pero, es que no entienden ustedes como es ser juzgada a cada momento, mirada con extrañeza y muchas veces con pavor y otras tantas con desprecio. Me desprecian, lo sé, no tiene nada que ver con la depresión. No es subjetivo esto que digo. Los he visto quejarse a mis espaldas, tratarme con hipocresía. Sí, es verdad que, en última instancia todos se tratan así unos a otros, pero se sienten cómplices. Conmigo no. Presienten que asiento a todo por pura cortesía, que la verdad nada de sus vidas mezquinas me interesa. Creo que ignorarlos lo sienten como el mayor de los pecados. Pero no puedo traicionarme, me prometí de pequeña nunca ser como ellos y debo mantener mi promesa. 
     Los adultos piensan que los niños son estúpidos. Creo que es porque olvidan cómo es ser niño. Los niños son inexpertos, no estúpidos. Pero se siente tan terrible cuando te das cuenta que te ven la cara de tonta. Te mienten por pura pereza, porque han olvidado qué es preguntar, ya no tienen ganas de descubrir nada. En parte agradezco entonces mi soledad: descubría por mí misma las cosas, y tenía tiempo de hacerme preguntas, de equivocarme (ay, esto es lo que más duele y lo que más hacemos al estar solos), de soñar y soñar millones de veces. Mi abuela decía que yo era arisca, que siempre lo he sido. ¿Entonces qué? ¿Estaré emparentada con los gatos? Un chico al que amé montones me decía siempre eso, que yo parecía una gatita. Lo decía con un poco de amargura, como si quisiera penetrar un secreto que yo llevara muy bien guardado. La verdad es que no hay nada escondido: estoy perpleja simplemente, estoy perpleja todo el tiempo. Tienen ustedes razón, me estoy contradiciendo. Pero no. Cuando me oculto o finjo (que es una actividad detestable para mí) es siempre para no traer problemas, para que no se horroricen o molesten, es un intento de ser amigable. Intenté mostrarme toda a ese muchacho y no comprendió qué sucedía, estaba, como siempre, volteado para sí mismo, no veía sino lo que quería ver y así no se puede establecer ninguna conexión verdadera. La verdad horroriza, da miedo, la buscamos pero sólo de forma superficial, tanteamos un poco en lo oscuro y nos creemos valientes. Pero yo no quiero tantear solo un poco, quiero sumergirme en las profundidades de lo que no sé, tocar el fondo de todo y rebasarlo. ¿Les parece que esto es una especie de desmesura reprobable? Aunque me digan que no me doy cuenta por sus actos que lo que hago les parece terrible.
     Al final el problema no es que "no quiera superarme (ir a la universidad, casarme, tener dinero, hijos, carro, casa, perrito y todas esas cosas nice)" sino la denuncia que significa mi estado de putrefacción. Les lanzo en la cara con mi adicción a las drogas y mi promiscuidad la hipocresía de todos sus ritos. No, no quiero este mundo que fabricaron para mí, "a mi medida", quiero crearme uno mío, en el que sí quepan todos, en el que nadie joda a nadie y se acabó. Les decía que la pasé sola pero no significa que mal: bebí un montón de sangría que me dejaron mis padres y comí unos cuantas hallacas que me regalaron, me masturbé un montón de veces e intenté escribir una entrada para mi diario. No lo logré. Los días en que estoy muy bebida no puedo escribir nada. Todo me sale mal. No se me ocurren ideas y me exaspero. También fue un alivio poder fumar en mi cuarto en paz, siempre tengo que salir a la calle y fumar mis cigarrillos unas cuadras más allá para que mis padres no me anden molestando. Estuve tirada largo rato en mi cama simplemente mirando al techo, con la mente casi en blanco y contenta de ese estado. A. me prestó un libro (A. lee montones y montones de libros aunque rara vez comenta (si no es de forma sarcástica) lo que piensa de ellos), me dijo que me gustaría, el autor se llama Emil Cioran, "un insomne como tú" dijo medio sonriendo y yo no entendí muy bien qué quería decir esa expresión. He leído algunas de las... ¿anotaciones? que tiene el libro (digo anotaciones porque no sé qué palabra le quedaría bien a esa especie de extractos tan cortos que parecen el resumen de otros libros) y me han gustado y a la vez me han dejado estupefacta. ¿Puede alguien en verdad sentirse como yo? Nunca lo creí posible: sus caminatas sin rumbo a través de la noche y esa visión descarnada del mundo me hicieron sentir tan a gusto que tuve ganas de abrazar a A., pero creo que no es buena idea, creo que le incomoda todo eso del contacto con otras personas, aunque siempre trata de ser lo más amable posible. Es tan raro sentir vibrar un libro en ti, un libro que es como un espejo, una lupa, alguien que te enseña a hablar de lo que sientes pero ni sabías que estaba allí. Ya les dije que no soy una persona lectora (la cara de ironía asqueada y molesta de A. cada vez que digo esto me da regocijo) pero algo acaba de romperse en mí. Creo que desde ese libro comienza una nueva etapa de mi vida, un nuevo despertar a otro mundo insólito que no sabía que existía (yo que a veces creo que me las sé todas más una). Tengo que darle las gracias a A. ¿Saben qué fue lo mejor de todo? Anoche tuve un descanso, pude dormir tranquilamente por más de 5 horas y me desperté renovada. Mañana intentaré limpiar mi cuarto. Por ahora me despido, buenas noches besitos a todos.

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