No entiendo nada.

     Me siento como un gusano. No lo entiendo, no entiendo nada, me estoy volviendo loca. Ando todo el día con el corazón a millón, me parece que algo terrible sucederá en cualquier momento. El insomnio sigue jodiéndome una y otra vez, ¿qué hice yo?, ¿cómo es posible que me sucedan estas cosas? El lunes tuve sexo con A., no entiendo qué demonios me pasa. Me lo encontré en la calle, iba caminando ensimismado y con una expresión de aprensión y fatiga que es raro ver en él. Me acerqué y lo saludé. Me dijo que acababa de renunciar a un trabajo y se sentía muy mal. Caminamos un rato hasta que le dije que si quería ir a mi casa (por favor, no crean que lo hice con malas intenciones, estoy completamente apenada) y él aceptó. Subimos hablamos un rato y bueno... luego del sexo me dijo que él también estaba llevando un blog, un proyecto que se le ocurrió en la universidad, me contó que era estudiante de letras y que uno de sus profesores estaba hablando de los diarios literarios. ¿Sabían ustedes que existían esas cosas? Yo no tenía ni idea. Recordé que una amiga a la que le mostré el blog hace unos días me dijo que debería escribir cuentos, novelas o alguna cosa de esas. Al principio me pareció buena idea pero un poquitín de reflexión me hizo descartarla: yo no quiero escribir ficciones, yo quiero entender mi vida, no tendría aliento para imaginar e ingeniarme a alguien que no fuera yo, ¿cómo sabe una persona quién es y cómo es alguien más?, eso es imposible, ¿para qué perder mi tiempo? "He conocido a escritores obtusos e incluso tontos. Por el contrario, los traductores con los que he tratado eran más inteligentes e interesantes que los autores a quienes traducían. Es lógico: se necesita más reflexión para traducir que para «crear»." Eso es lo que yo soy (gracias Cioran) una traductora. No podría crear nada, no hay nada que ya no esté creado en mí, mi único esfuerzo posible es el de descubrir, el de darle forma y nombre a ese texto extranjero. Le dije a A. que tenía que mostrarme su blog y él dijo que seguro, que me lo enviaría cuando llegara a la casa, y me obligó a despedirlo rápidamente porque tenía que irse (¿a dónde?, no lo sé). Pues, ya es domingo (12:03 a.m) y todavía nada que me llega el estúpido mensaje con la dirección del blog. ¿Por qué me lo ocultó todo este tiempo? Nada, tampoco es que seamos los más grandes amigos, tenemos apenas dos meses conociéndonos. ¿Y por qué me dijo que llevaba uno si luego no iba a querer mostrarlo? Debió ser algo de compromiso mezclado con esa sensación nebulosa y placentera que se siente luego de hacer el amor. ¿Por qué digo hacer el amor si sólo fue sexo? Sí, sólo fue sexo pero quedaba mejor "hacer el amor", pero ya dije que yo no vengo aquí a "escribir", a hacer algo lindo, sino a encontrarme, ¡malditas sean mil veces el estilo y las formas preconcebidas que no te dejan vislumbrar y encontrar los tuyos propios! Se supone que uno debe "escribir bien", eso te lo enseñan en el liceo, te enseñan a "hacer las cosas bien", pero, ese "bien" es siempre de la forma en que ellos lo hacen, no quiere decir nada más, y si eso no te sirve, pues, mala suerte... Entonces yo no quiero hacer nada "bien", yo quiero avanzar sin el menor roce posible, poder simplemente estar contenta con mi vida (Iba a escribir "con esta vida que llevo" pero noté que, si quiero sentirme distinta debo actuar de forma distinta, debo esforzarme (¡qué palabra!)).
     Esforzarse, ¿para qué?, para no derrumbarse, y cuando tengamos bien sólidos los cimientos, para construirnos. ¿Será que alguna vez tendré algún cimiento? No me lo parece. Cuando confío en algo, cuando mi confianza traspasa cierto umbral, prendo mi alarma: debo dudar de eso, debo destruirlo, debo darle la vuelta, saber cómo funciona, entender sus alcances y sus efectos en mí; ¿han visto ustedes una casa que se construya mientras, en vez de agregar bloques y columnas, se desbaraten para saber qué hay debajo, si el terreno es suficiente, si no hay una pieza que falta? Al final mi casa será una cueva: excavaré y excavaré, con mis manos, no importa que se me llaguen, que mis uñas se partan y no vuelva a ver nunca más la luz del sol. No, yo ya conozco todo eso. No importa. Nada importa sino llegar al centro, nada tiene que ver con mi vida si no es este deseo obsesivo de encontrarme y poseerme. 
     No puedo entenderlo, paso días angustiada, sin poder moverme y no escribo para nada. Aunque sé que me hará sentir mejor, no puedo encontrar la forma de empezar. Me pregunto mil veces: ¿para qué? Ay, martirio de preguntas sin fin, ¡olvídame, te lo suplico!, si el monstruo de la duda no me corroyera a cada segundo, estaría mejor, lo sé, sería una estúpida, pero estaría mejor, ¿y qué más puede pedir un alma atormentada que un poco de calma? Lo sé, esa calma barata nunca será para mí pero hay momentos en que la anhelo tanto. Estoy cansada, cansada de este movimiento ridículo de los días y las horas, cansada de no tener sosiego, de ser perseguida por quién sabe qué demonio que me dejará en paz únicamente cuando tenga mi alma.

Buenas noches, hasta pronto. Un beso.

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