Quiero ser una linda chica fresa.

     ¿Es que acaso estoy condenada a vivir en la incertidumbre? ¿Todos los días de mi vida tienen que ser iguales: este vértigo, este sentirse perdida, vomitada en un mundo extraño? Me parece que mi cerebro está seco, que no hay nada que funcione para mí. Me despierto y paso horas con los ojos cerrados: no tengo ganas de enfrentar al mundo, no quiero que nadie me vea, no deseo ser molestada por nadie. Quisiera hablarles de otras cosas, no estar machacando todo el tiempo la misma retahíla. Estoy cansada de mí misma. ¡Frustración! ¡Rabia! ¡Envidia! ¡Asco! Odio la lucidez, la lucidez es una maldición: debería haber nacido roca (pero me imagino que todos los puestos están ocupados) o por lo menos estúpida. ¡Deseo ser estúpida, estar vacía! Ojalá pudiera mimetizarme con la manada. Mi cerebro debería ser de corcho. Me pondré a trabajar en una de esas tiendas en donde montan uñas postizas y le rogaré a Dios que los químicos me dejen sin neuronas. O por lo menos muerta. Ya sé, les pediré el teléfono inteligente a mis compañeras de trabajo y me tomaré un montón de selfies con la boca como un pato. Alguien me dijo que la imitación es el primer paso para convertirse en lo que uno está imitando. Imitaré a la muñeca Barbie: seré toda de plástico, inmóvil, sumisa, y dejaré que otra más estúpida decida sobre mi destino. ¿Así se curan las gentes de sus malestares? ¿O es que son tan idiotas que no tienen ninguno? Imitaré entonces a las gallinas: cacarearé y picotearé la tierra en busca de insectos; me excitaré tanto cuando llegue un gallo fuerte que me domine y me haga unos lindos pollitos; seré feliz cuando me desplumen y me vuelvan ensalada. ¡Co, co, co, cooooo! Soy una linda y pretenciosa gallinita. Mírame qué esponjadita me veo. Qué niña tan bien. Cuando los hombres me digan sus... piropos en la calle les pondré cara pícara para que sepan cuán mojadita tengo la cuquita; y si me agarran una nalga gemiré bajito, gritaré y me saldrá una risita de placer después. ¡Cuánta felicidad! Después vendrá mi nooooovioo con su Merú, marica, y esos cuadritos tan divinos, porque sabes, está demasiado bueno, y es tan lindo conmigo. ¡Me regalo ro-sas! Muérete de la envidia, perra pendeja! Y sí, chama, después me cogí al amigo. Pero no me mires así, pajua, ¡que me invitó a Cine Citta! Al menos tenía que mamarle el webo. Ja, tú sabes, gafa, que yo no me aguanto después de tener ese bicho en la boca. Si supieras lo que me dijo más tarde por el Whatsapp "que dejara al pendejo de Antonio, que el tenía más real y lo tenía más grande (me dijo que se lo habían medido juntos en una competencia, además de se los he visto a los dos, ob-vio), que ése era un gafote". Obvio, marica que yo le dije o sea qué te pasa que yo amo a mi novio y lo nuestro fue sólo de una noche. Sí, sí, por eso es que se filtraron esas fotos mías, pero 'tas clara que se me veía un culito bien rico así en cuatro. Así que no me jodió ese webón porque ahora me quieren coger más que antes y hasta me van a pagar las tetas la semana que viene. Ya va, espérate, ya te sigo contando. ¡Aló! ¡Alooó! ¿Quién es? !Maaaarrrcoooo!, mi amor, ¿cómo estás? ¿yo? Nada, pensando en ti, bebé. Sí vale. Noooooo, cómo se te ocurre. Ya va, ya va: de esa putica no me hables que mira que... ay, es que no la soporto. Bueno, y entonces. ¿Me vas a pasar buscando? Sí va, bye. Besito. JAJAJAJAJAJAJAJAAJAJAJAJAJAJA ya tengo cena pa' esta noche. Ves, chama, hay que estar activas. No vale, a ese lo despacho con unos besitos. Pásame los cigarros. Mierda, webona, me dejaste sin cigarros. Tú sí eres pasada... 
     Y así por el estilo. 

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