(Mensaje de Facebook escrito por R. luego de una pelea).
Yo soy un hombre enfermo, triste... malvado. Nunca me he arrepentido de nada, no hay nada por lo que sienta amor en el mundo. Te equivocas al creer que me quiero a mí y a nadie más: me odio con todas mis fuerzas; también a los otros. Yo no decidí ser esta piltrafa triste e impotente. Yo no tengo ganas de nada. ¡Soy el hombre más cobarde de todos!, esa es la razón por la que soy horrible. ¿Qué hago entonces? Estoy enfermo... nunca nada es suficiente. Podría matarlos a todos, golpearlos con todo el sadismo que me escurre de la cabeza, que me cala los huesos. Podría, por ejemplo, sacarles las muelas una a una mientras canto; arrancarles las uñas, excitarme con sus gritos y su dolor. Yo estoy podrido. Nadie puede ayudarme. No me interesan sus vidas, me interesa ser complacido. No me interesa la imbécil de mi madre, ni ningún otro idiota de mi familia. ¡Cuántas veces los he deseado muertos para poder quedarme con sus cosas y que no me jodan más! ¿Recuerdas cuando golpeé a ese chamo contra una pared hasta dejarlo inconsciente? Quisiera haberlo matado. Te digo todo esto para que entiendas: yo soy un hipócrita, sonrío mientras pienso qué provecho puedo sacarles a los demás. Mi único mérito es el de ser lo suficientemente astuto, fingidor consumado, lacayo de mis pasiones enloquecidas. ¡Cuántas tonterías de mujeres vacías debo escuchar hasta que me dejen cogerlas! Cuántas tonterías de los otros para que me den lo que quiero. Mi única felicidad es sentirme depravado, sucio, enterrado en la basura del mundo. ¿Qué otra cosa podemos hacer? Nada. El mundo es un basurero gigante lleno de pendejos seguros de que el sabor a mierda es lo mejor.
¡Tantas cosas que me gustaría decir si yo no fuera yo! Pero hablar es para imbéciles. No caeré en charlas de maricones, prefiero escupirme la cara. Yo no siento si no es un desasosiego, una baba inmunda, oscuridad espesa, tristeza de haber nacido.
Yo soy un hombre enfermo, triste... malvado. Nunca me he arrepentido de nada, no hay nada por lo que sienta amor en el mundo. Te equivocas al creer que me quiero a mí y a nadie más: me odio con todas mis fuerzas; también a los otros. Yo no decidí ser esta piltrafa triste e impotente. Yo no tengo ganas de nada. ¡Soy el hombre más cobarde de todos!, esa es la razón por la que soy horrible. ¿Qué hago entonces? Estoy enfermo... nunca nada es suficiente. Podría matarlos a todos, golpearlos con todo el sadismo que me escurre de la cabeza, que me cala los huesos. Podría, por ejemplo, sacarles las muelas una a una mientras canto; arrancarles las uñas, excitarme con sus gritos y su dolor. Yo estoy podrido. Nadie puede ayudarme. No me interesan sus vidas, me interesa ser complacido. No me interesa la imbécil de mi madre, ni ningún otro idiota de mi familia. ¡Cuántas veces los he deseado muertos para poder quedarme con sus cosas y que no me jodan más! ¿Recuerdas cuando golpeé a ese chamo contra una pared hasta dejarlo inconsciente? Quisiera haberlo matado. Te digo todo esto para que entiendas: yo soy un hipócrita, sonrío mientras pienso qué provecho puedo sacarles a los demás. Mi único mérito es el de ser lo suficientemente astuto, fingidor consumado, lacayo de mis pasiones enloquecidas. ¡Cuántas tonterías de mujeres vacías debo escuchar hasta que me dejen cogerlas! Cuántas tonterías de los otros para que me den lo que quiero. Mi única felicidad es sentirme depravado, sucio, enterrado en la basura del mundo. ¿Qué otra cosa podemos hacer? Nada. El mundo es un basurero gigante lleno de pendejos seguros de que el sabor a mierda es lo mejor.
¡Tantas cosas que me gustaría decir si yo no fuera yo! Pero hablar es para imbéciles. No caeré en charlas de maricones, prefiero escupirme la cara. Yo no siento si no es un desasosiego, una baba inmunda, oscuridad espesa, tristeza de haber nacido.
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