Boceto de una carta.


(Entrada perteneciente al 17/07/2018).

     Entonces era cierto, estoy arruinada. Muchas veces me digo a mí misma que ya, que de ahora en adelante estaré bien, que todo irá mejorando. Y por un tiempo sucede así. Pero la basura se va acumulando, las nuevas ilusiones caen una tras otra y me encuentro nuevamente al borde de la desesperación. Esta vez no creo estar en ese borde. Como les dije, el medicamento funciona de maravilla, nada de excesos, nada de bordes… aunque mis amigos dicen que estoy igual. Lo que si sigue sucediendo es esa especie de saturación, mi cuerpo se va llenando poco a poco de una masa viscosa en la que podría ahogarme si me descuido. Crece dentro de mí algo que desconozco hasta que no es posible contenerlo. Pero quizás estoy siendo una exagerada. Podría aguantar más, el único problema es que me da terror. No tengo ganas de aguantar nada. Mi vida apesta, con eso es suficiente.
      Escribir estas páginas me da vergüenza, la misma vergüenza que se experimenta al recordarnos más jóvenes, nuestras tonterías y certezas, las modas estúpidas, la ceguera. Detesto la ceguera y la estupidez. No me cansaré de repetirlo. Esa es la razón por la que más me odio a mí misma. En cualquier punto de mi vida, no importa el esfuerzo, seré estúpida y ciega en un sentido u otro. La vida debería poder corregirse: pero quien sabe si este deseo no es la peor de las estupideces dichas por mí. Creí que si todos veían mi vergüenza, que si me mostraba destripada como un cadáver pútrido… Yo qué sé. Deben ser mis ganas de patalear y quejarme por todo, menos de lo importante. Pero ¿cómo saber qué es lo importante? Me senté a escribirle una carta a una ex novia, se supone que le diría una cuantas cosas, las más verdaderas que pudieran pasar por mi cabeza; ella siempre me ha atormentado. Y como ya ven, pues no, estoy aquí delirando un poco, dejando que mi mano y mi mente se suelten, dejen de estar aletargadas y comiencen nuevamente a transformarme en palabras. Sí, es verdad, es una operación inútil, pero me da una sensación de tranquilidad.

Carta a Ll.

      No tengo ni la menor idea de qué demonios te pasa. Nos vemos y hacemos el amor como locas. Luego no me quieres contestar el teléfono, no me quieres abrir la puerta. ¡Qué demonios! Ah, ya sé, piensas que ahora sí perdí la cabeza, que no es posible que te esté reprochando estas cosas cuando soy yo la que te busca sin cesar y te seduce cada vez. Bah, como si no quisieras. Conozco tus juegos, Ll., no puedes pretender engañarme con tu tira y encoje. Ahora estás saliendo con ese tipejo, según tú. ¿Será que no puedes quedarte quieta? Sí, ya lo sé, no soy el mejor ejemplo, tengo novio y ando con no sé cuántas personas más. La cosa es que tú para mí significas algo y siento que yo no soy nada para ti. Y claro que tienes toda la maldita razón, “¿por qué ahora? Tantos años alejadas y ahora…”. Bueno, yo qué sé (sí, sí, ya, ya, “siempre respondo lo mismo”): entiende que no me entiendo. Te deseo con furia y tengo tantas ganas de hablar contigo. Esto es estúpido. Y siempre tú con el maldito ese. Aunque quién sabe, quizás no estás con nadie y simplemente te pudres en tu maldita soledad de mujer enloquecida. Si solamente me dejaras hablarte por un momento… pero tienes razón de nuevo, no podría estar contigo sin intentar tenerte, sin tener ganas de desvestirte… y eso, ya tú sabes lo que viene después. Entonces ¿es puro deseo lo que me mueve a buscarte y a pensarte todo el día? ¿Será que como siempre has sido tan… inasible…? ¡No es sólo eso! ¡Tú me comprendes! ¡Más que nadie! ¡Y necesito poder hablarte de toda esta porquería! ¡Por qué no aceptas que te encanta estar conmigo! O puede ser que no… puede que me odies con todas tus ganas, después de todo tus palabras siempre… No. Yo no soy estúpida: tú me quieres, ¿por qué huyes? ¿Prefieres tu maldita soledad? ¿Acaso no entiendes que así debieron ser las cosas desde el principio? ¡Qué me importa a mí con quien salgas y te acuestes si hay un tiempo para las dos, para estar juntas, para entendernos! Nadie entiende a nadie, lo sé, no me lo recuerdes. Sin embargo podemos estar juntas, algunas veces, escuchando la lluvia caer…

      Esto podría seguir por horas (como en mi cabeza). Adiós.

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